Este poema se encuentra dentro de la obra Rimas escrita por Gustavo Adolfo
Bécquer, uno de los escritores más relevantes del romanticismo español. Este movimiento se originó en Alemania e Inglaterra en el
siglo XVII a pesar de que no se desarolló hasta el XIX. En España, los
escritores más relevantes fueron Mariano José de Larra, José de Espronceda y
Rosalía de Castro, ellos añadieron en sus obras características de este
movimiento como el subjetivismo, el uso del yo lírico, la insatisfacción con la
época, que llevaba a los autores a centrar sus historias en la Edad Media y el
mundo oriental y la muerte como evasión definitiva, la cual invadía al
individuo de un pesimismo y una actitud melancólica (mal del siglo). En esta
época también reinaba la primacía del genio creador, había un culto al yo
individual y se creía que el autor era un ser dotado por un don sobrenatural.
El autor de Rimas, Gustavo Adolfo Bécquer, nació en Sevilla y quedó huérfano a
los diez años. En 1854 se trasladó a Madrid para comenzar una carrera y aunque
al principio no tuvo éxito, en 1858 publicó su primera leyenda El caudillo
de las manos rojas, la cual escribió mientras superaba una enfermedad. En
1861 contrajo matrimonio pero a pesar de haber tenido tres hijos su matrimonio
nunca fue feliz y el poeta se refugió en su trabajo. La etapa más fructífera de
su carrera fue de 1861 a 1865, en estos años compuso sus Leyendas,
escribió crónicas periodísticas y redactó las Cartas literarias a una mujer,
donde expone sus teorías sobre la poesía y el amor. Luego en 1864 pasar un
tiempo en el monasterio de veruela le inspiró para escribir Cartas desde mi
celda, un conjunto de descripciones paisajísticas. Por último, en 1866,
obtener el empleo de censor oficial de novelas le permitió dejar sus crónicas
periodísticas y concentrarse en sus Leyendas y Rimas.
Bécquer poseía un estilo intimista y cultivó tanto la poesía
como la prosa narrativa. Las leyendas estaban escritas en prosa y eran breves
relatos exóticos ambientados en la Edad Media y en ellas se reflejaban temas y
símbolos románticos (amor imposible, amadas inalcanzables…) a su vez la poesía
del autor quedó reflejada en la obra Rimas, un conjunto de 79 rimas
breves almacenadas en cuatro bloques, cada uno con un tema distinto: el primer
bloque (Rima I-XI) se centraba en el
genio lírico y los deseos del autor, el segundo (Rima XII-XXIX) narraba un amor
esperanzado y gozoso con el cual a veces identificaba a la mujer con la
naturaleza, el tercero (Rima XXX-LI) relataba un fracaso amoroso y por último
la obra culminaba con un cuarto bloque dedicado a la soledad y el vacío
existencial (Rima LII-LXXIX). Estas rimas poseían rasgos de dualidad y contenían
formas escuetas con recursos de la poesía popular.
Centrándonos en la rima LXVI se puede apreciar que pertenece
al cuarto bloque de rimas ya que muestra una visión pesimista y desesperanzada
de la vida propia del romanticismo y del momento vivido por el autor. En la
rima este piensa en su pasado y cuenta que este ha estado plagado de
sufrimiento al igual que el futuro que le precede.
El principal tópico que muestra el poema es el de la vida como
un camino (te dirán el camino/ que conduce a mi cuna) con este tópico Bécquer
refleja que la vida es como un camino, con principio (el nacimiento,
identificado con una cuna) y el final (la muerte, identificada con una tumba)
el tópico Cotidie morimur también está presente ya que el autor va muriendo
poco a poco, para él su pasado fue un continuo sufrimiento y dice que el futuro
va a ser igual que este.
Esta rima es una obra literaria ya que posee una intención
comunicativa y a la vez estética, el autor cuenta una historia para un receptor
y da belleza al mensaje para llamar la atención de este. Debido a esta
característica predomina la función poética y expresiva.
El poema está constituido por dos estrofas con ocho versos
cada una, heptasílabos con rima asonante en los pares y endecasílabos en el
primero, tercero y quinto verso. Esta composición se denomina silva arromanzada
(Agrupación de versos endecasílabos y heptasílabos). Esta medida se identifica
con el romanticismo ya que los autores de la época no estaban dispuestos a
someterse a reglas y por ello Bécquer hace un uso libre de la medida de sus
versos.
Aunque el uso de verbos es prácticamente escaso, el autor
expresa sus sentimientos en primera persona (voy, vengo…) y se dirige a una
segunda, que en este caso es el receptor. A nivel de sustantivos, estos se
centran en una naturaleza salvaje y dura que se puede identificar con los
sentimientos del autor (valle, brumas, sendero, rocas…). También se pueden
apreciar antónimos como (cuna/tumba) con la que el autor relaciona el pasado con
el futuro.
A lo largo del poema aparecen numerosos recursos literarios
como la aliteración con la que Bécquer resalta el sonido de la “r” para
dar dureza al sonido del poema (horrible, áspero, senderos, roca dura) los epitetos,
que añaden una cualidad del sustantivo al que acompaña (zarzas agudas, roca
dura, eternas nieves) Tambien encontramos un paralelismo en los dos versos que
dan comienzo a cada estrofa y por ultimo se pude distinguir una personificación
del olvido al cual el autor le da mucha importancia ya que dice que esa va a
ser su compañía cuando muera.
En definitiva, este poema representa perfectamente al
romanticismo ya que contiene caracteristicas del movimiento como el pesimismo
vital, la presencia de la naturaleza y la métrica libre creada por el propio
Becquer quien expresa la idea de libertad que tenían los escritores de la
época.
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